LA CHELO: COCINA DE RAÍCES
Situado
en unas de las zonas de moda de la gastronomía madrileña, enfrente del Parque
del Retiro del que se disfruta, desde su terraza, en esta época del año.
El local dispone de una barra alargada a la entrada en la que se puede degustar pinchos fríos y calientes. Al fondo un pequeño comedor para apenas diez mesas. La decoración es sencilla a la vez que agradable y acogedora.
Con
esta nueva apuesta culinaria, el chef Iñaki Oyarbide, nos comenta que la ha
enfocado desde el punto de vista de la tradición familiar poniendo en la carta
“esos platos hechos con calma y amor, cuya receta pasaba de padres a hijos”. En
otro momento nos explica la razón del porque el nombre de La Chelo, “he querido
homenajear a mi madre Consuelo Apalategui que junto a mi padre fundó los
restaurantes históricos de Príncipe de Viana y Zalacaín.
La
carta no es muy amplia con platos de productos de temporada y en la que están
todas las especialidades de cocina popular navarra que siempre ha elaborado con
dignidad Iñaki Oyarbide.
De
entrada no me pude resistir, a pesar del
calor sofocante, a probar las alubias de
Tolosa con sus bendiciones y
pedí una tapa que me llego un poco
tibia, cuestión a mejorar desde la cocina a la mesa, por lo demás estaban aceptables.
Algo
que nunca había probado era las piparras
frescas o guindillas vascas (8€). Una delicatessen que prepara en la sartén
con aceite de oliva virgen y que condimenta con sal gorda, una delicia que merece
la pena pedir.
En
los platos principales, me apunté a las manitas
de cerdo deshuesadas con salsa bearnesa (18€) que recomiendo encarecidamente.
Para mí el plato estrella de la casquería, suaves, bien elaboradas en su punto, muy sabrosas y
elegantemente emplatadas con lo cual invita a comerlas con gusto.
Y
unas croquetas muy interesantes con una bechamel divina que quitan el hipo.
Para
cerrar la degustación, los canutillos de
crema pastelera (6€), que me recuerdan a los de mi suegra.
El
vino que elegí un borgoña, Régnard Macôn Rouge 2014, 100% Pinot
Noir en boca fácil, fresco, delicado, y con
un suave sabor a madera. Muy recomendable. (18 €).
Mi
calificación de La Chelo relación calidad-precio
aceptable, 40-50 euros, aunque no pasaría nada si el precio fuese un poco
más ajustado. Cocina de siempre, apetitosa,
sin extrañezas, que mantiene, el itinerario
gastronómico de esta familia navarra que tanto ha dado a la restauración
madrileña.
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