La repostería vuelve a ser un acto cotidiano.

En un panorama gastronómico donde la pastelería parece debatirse entre la alta precisión de laboratorio y la viralidad de las redes sociales, Larousse publica Plis Plas 200 recetas de pastelería, un volumen que llega para recordar algo esencial: el dulce también pertenece a la cocina de diario. Y lo hace con un enfoque inteligente, democrático y tremendamente útil. Lejos de los tratados profesionales o de los recetarios que intimidan por su despliegue técnico, este libro opta por la sencillez —esa que no renuncia a la calidad— y propone un repertorio amplio que invita a perder el miedo al horno.
Un libro que acorta distancias entre el antojo y la mesa
La pastelería suele verse como un territorio exigente: gramos exactos, temperaturas al grado, tiempos milimétricos… Plis Plas asume ese respeto por la técnica, pero la traduce en instrucciones claras, accesibles y sin dramatismos. El lector se siente acompañado, no examinado. El resultado es un catálogo que recorre desde clásicos imprescindibles —financiers, brownies, tartas de fruta, éclairs— hasta propuestas modernas que incorporan cítricos, especias y masas alternativas, siempre con un pie en la tradición y otro en la practicidad.
La filosofía “plis plas”: rapidez sin perder alma
El título no es casual: las recetas están pensadas para resolverse con pocos pasos, pocos utensilios y tiempos razonables, pero sin caer en el atajo de la mediocridad. Aquí no hay mezclas milagro ni polvos de solución rápida; hay técnica simplificada y sabor potenciado. Algunas preparaciones sorprenden por la inteligencia con la que reducen procesos sin renunciar a la estructura del postre. Por ejemplo: Bizcochos de un solo bol con resultados esponjosos. Cremas y rellenos que prescinden de complicaciones innecesarias.Tartas que se montan en minutos, pero se saborean como si llevaran horas de elaboración.Esa es quizá la mayor virtud del libro que hace accesible la repostería sin trivializarla.
Un recetario que respeta al lector
A diferencia de otros libros destinados al gran público, Plis Plas no cae en el paternalismo culinario. Sus explicaciones son concisas pero técnicas cuando deben serlo, y cada receta incluye la información precisa para que el resultado sea fiable. No hay adornos superfluos; hay funcionalidad. Los ingredientes, además, se ajustan a lo que un hogar estándar puede tener en la despensa. No se pide viajar por media ciudad para encontrar un ingrediente exótico: la pastelería del día a día debe ser repetible, y el libro lo entiende perfectamente.
Estética Larousse: sobriedad que se agradece
Fiel al estilo editorial de Larousse, la fotografía es clara, atractiva y honesta. Las imágenes muestran resultados realistas, sin el exceso de estilismo que tantas veces frustra al aficionado. La edición, robusta y ordenada, facilita la lectura y el uso constante en cocina. Este libro es recomendable para aquellas personas que deseando iniciarse y necesita un acompañamiento fiable. Y también, para el aficionado experimentado que busca recetas rápidas sin renunciar a resultados serios y para aquellos que les apasiona la repostería casera sin complicaciones, pero con sabor auténtico.
Libro necesario en tiempos de prisa
Plis Plas 200 recetas de pastelería nace como un recetario práctico, pero termina siendo algo más: un recordatorio de que cocinar dulce no tiene por qué ser un evento extraordinario. Puede, y debe, formar parte de los pequeños placeres cotidianos. Larousse entrega aquí un libro útil, bien estructurado y sorprendentemente inspirador. Un volumen que cualquier cocina agradece y que, como los buenos postres, invita a repetir.

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